Porque me has insistido, porque me apetece y porque por fin he hecho un poco de vida pública aquí y tengo algo que contar, me he decidido a escribir un poquito. Espero no resultar indigesto a nadie.
Por finlandización se entiende, en un sentido amplio y ambiguo (para los detalles tenemos la Wikipedia y para la imaginación, la Frikipedia), el proceso o situación de un colectivo que cede parte de su soberanía a causa de la presión o influencia de otro colectivo. Pero anoche decidí dotar a este término de otros significados.
Un bar de heavy metal a una hora indeterminada de la madrugada. Se confirma mi teoría de que los heavies forman la tribu urbana más amable, cortés y hospitalaria de cuantas conozco. Varias personas se acercan y me saludan, me preguntan qué tal estoy o me ceden el paso al entrar en los lavabos. Por un momento malpienso que puede deberse a mi rubia y alta acompañante -finlandesa-, pero eso no explica lo del lavabo, así que prefiero conservar mi inocencia, infantilismo o esperanza en la humanidad.
Veo que Anne está mirando a un chico. El chico le devuelve la mirada, sonríe y le hace señas para que se acerque. Interpreto simplemente que están ligando, pero entonces Anne me explica: “son finlandeses”. Y así, me deja un minuto y se acerca a hablar con ellos. Después vuelve y me lo confirma. Yo miro al chico, miro a los dos chicos y a la chica que está con ellos, y no termino de creérmelo: son más bajos que yo, tienen el pelo y los ojos oscuros y… lo cierto es que podrían ser barceloneses, italianos o de Seattle. Lo comento con Anne y le pregunto si puedo probar: ella me da permiso, así que me acerco a uno de ellos y le suelto un perkele (diablo). Me responde automáticamente con un vittu (coño), tras lo cual sonreímos y nos damos un apretón de manos. Esto, el vittu automático con apretón de mano, me confirma que son finlandeses. También se confirma mi teoría sobre el escaso dimorfismo sexual de este pueblo. Pero ahora iré de las confirmaciones a las sorpresas.
De vuelta con Anne, me hace un inventario de todos los finlandeses que va viendo por el bar, y son muchos. Yo ya sólo puedo creerla, y le pregunto cómo puede reconocerlos sin oírlos, dado que para mí sería imposible distinguirlos, por físico o indumentaria, de los españoles. Pero o es demasiado complicado de explicar en inglés o no tiene una respuesta para mí.
Tras calcular que al menos la cuarta parte de la población de heavies del bar es finlandesa, empiezo a elaborar mi teoría sobre la finlandización como una suerte de vampirismo (o mejor, licantropía) Es la única explicación que se me ocurre, dado el grado de alcohol que contiene mi organismo en ese momento y que es producto de la tercera acepción de finlandización, es decir, el proceso mediante el cual uno empieza algo suave o tímidamente, como con vergüenza o desgana, y va aumentándolo sin control hasta acabar… Hasta acabar con uno mismo, supongo.
Ah, pero acabamos bien. Y de hecho, creo que necesitaba esto, salir de mi vida eremítica, y que me ha sentado de maravilla. Y supongo que ha sido como un anticipo -espero que no en sentido etílico- de la venida de la otra finlandesa, que quizá merezca otra entrada en el blog.
Saturday, July 28, 2007
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2 comments:
JUJUJUJU,estos finlandeses son tremendos. Qué risión con lo del dimorfismo, jajajajaj. Lo de los heavies está claro, son todos unas damas y unos caballeros, sí. A lo mejor es el ambiente que deberías frecuentar en BCN! Y no te acostumbres al umbral etílico de los finlandeses!!! Que a ellos los acostumbran desde pequeñitos para eso pero tú te tienes que cuidar para las maratones y demás!!
Pero lo del dimorfismo ya te lo dije cuando estuvimos en Finlandia. Lo extraño fue eso, que estaba todo lleno de finlandeses, y que pasaban completamente desapercibidos... ¡Están entre nosotros! ¡Nos tienen rodeados! Quizá piensan tomar Barcelona... no estaría mal.
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